209-) A partir de los textos que narran la creación del hombre
se nota cómo según el designio de Dios la pareja constituye « la expresión
primera de la personas humanas ». Eva
es creada semejante a Adán, como aquella que, en su alteridad, lo completa para formar con él « una sola carne » ambos tienen una misión procreadora que los
hace colaboradores del Creador. La familia es considerada, en el designio del
Creador, como « el lugar
primario de la “humanización” de la persona y de la sociedad » y «
cuna de la vida y del amor ».
210-) En
la familia se aprende a conocer el amor y la fidelidad del Señor, así como la
necesidad de corresponderle. Por todo ello, el Señor se hace
garante del amor y de la fidelidad conyugal.
Jesús nació y vivió en una familia concreta aceptando todas sus
características propias y dio así
una excelsa dignidad a la institución matrimonial, constituyéndola como
sacramento de la nueva alianza , en esta perspectiva, la pareja encuentra su
plena dignidad y la familia su solidez.
211-) La
Iglesia considera la familia como la primera sociedad natural, la sitúa en el
centro de la vida social relegar la familia « a un papel
subalterno y secundario, excluyéndola del lugar que le compete en la sociedad,
significa causar un grave daño al auténtico crecimiento de todo el cuerpo
social »
La familia nacida de la
íntima comunión de vida y de amor conyugal fundada sobre el matrimonio entre un
hombre y una mujer, célula primera y vital de la sociedad: es una
institución divina, fundamento de la vida de las personas y prototipo de toda
organización social.
212-) La familia es importante y central en relación a la
persona. En ella la entrega recíproca del hombre y
de la mujer unidos en matrimonio, crea un ambiente de vida en el cual el niño
puede « desarrollar sus potencialidades, hacerse consciente de su dignidad y
prepararse a afrontar su destino único e irrepetible ». La primera estructura
fundamental a favor de la “ecología humana” es la familia, en cuyo seno el
hombre recibe las primeras nociones sobre la verdad y el bien; aprende qué
quiere decir amar y ser amado y, por consiguiente, qué quiere decir en concreto
ser una persona.
213-) La familia, comunidad natural en donde se experimenta la
sociabilidad humana, contribuye en modo único e insustituible al bien de la
sociedad. La comunidad familiar nace de la comunión
de las personas: « La “comunión” se refiere a la relación personal entre
el “yo” y el “tú”. La “comunidad”, en cambio, supera este esquema apuntando
hacia una “sociedad”, un “nosotros”. Sin
familias fuertes en la comunión y estables en el compromiso, los pueblos se
debilitan. En la familia se inculcan desde los primeros años de vida los
valores morales, se transmite el patrimonio espiritual de la comunidad
religiosa y el patrimonio cultural de la Nación.
214-) La familia, sujeto titular de
derechos inviolables, encuentra su legitimación en la naturaleza humana y no en
el reconocimiento del Estado. La
familia no está, por lo tanto, en función de la sociedad.
II. EL
MATRIMONIO, FUNDAMENTO DE LA FAMILIA
215-)
Este vínculo sagrado, en atención al bien, tanto de los esposos y de la prole
como de la sociedad, no depende de la decisión humana. Pues es el mismo Dios el
autor del matrimonio, al cual ha dotado con bienes y fines varios La institución matrimonial fundada por
el Creador y en posesión de sus propias leyes. El matrimonio comporta un
compromiso definitivo expresado con el consentimiento recíproco, irrevocable y
público. Este compromiso pide que las relaciones entre los miembros
de la familia estén marcadas también por el sentido de la justicia y el respeto
de los recíprocos derechos y deberes.
216-) Ningún
poder puede abolir el derecho natural al matrimonio ni modificar sus
características ni su finalidad. El matrimonio tiene características propias, originarias
y permanentes. A
pesar de los numerosos cambios que han tenido lugar a lo largo de los siglos en
las diferentes culturas, estructuras sociales y actitudes espirituales, en
todas las culturas existe un cierto sentido de la dignidad de la unión matrimonial. Esta dignidad ha de ser respetada en sus
características específicas, que exigen ser salvaguardadas.
217-) El
matrimonio tiene como rasgos característicos: la totalidad, en razón de la cual
los cónyuges se entregan recíprocamente en todos los aspectos de la persona, la unidad que los hace « una sola carne » la
indisolubilidad y la fidelidad que exige la donación recíproca y
definitiva; la fecundidad a la que naturalmente está abierto. El sabio designio de Dios sobre el
matrimonio —designio accesible a la razón humana. La poligamia es una negación radical del
designio original de Dios, « porque es contraria a la igual dignidad personal
del hombre y de la mujer, que en el matrimonio se dan con un amor total y por
lo mismo único y exclusivo ».
218-) El
matrimonio, en su verdad « objetiva », está ordenado a la procreación y
educación de los hijos. La unión matrimonial, en efecto,
permite vivir en plenitud el don sincero de sí mismo, cuyo fruto son los hijos,
Los esposos, en este caso, « pueden manifestar su
generosidad adoptando niños abandonados o realizando servicios abnegados en
beneficio del prójimo ».
219-) Los bautizados, por institución de Cristo, viven la
realidad humana y original del matrimonio, en la forma sobrenatural del
sacramento, signo e instrumento de Gracia. El
centro de la revelación del proyecto de amor divino es el don que Dios hace a
la humanidad de su Hijo Jesucristo, del amor
esponsal de Cristo por la Iglesia, cuya plenitud se manifiesta en la entrega
consumada en la Cruz, brota la sacramentalidad del matrimonio, cuya Gracia
conforma el amor de los esposos con el Amor de Cristo por la Iglesia. El
matrimonio, en cuanto sacramento, es una alianza de un hombre y una mujer en el
amor.
220-) El
sacramento del matrimonio asume la realidad humana del amor conyugal con todas
las implicaciones y capacita y compromete a los esposos y a los
padres cristianos a vivir su vocación de laicos, y, por consiguiente, a buscar
el Reino de Dios gestionando los asuntos temporales y ordenándolos según Dios.
la familia cristiana está llamada a ser signo de unidad para el mundo y a
ejercer de ese modo su función profética, dando testimonio del Reino y de la
paz de Cristo, hacia el cual el mundo entero está en camino.
III. LA SUBJETIVIDAD SOCIAL DE LA FAMILIA
221-) El amor
hace que el hombre se realice mediante la entrega sincera de sí mismo. Amar
significa dar y recibir lo que no se puede comprar ni vender, sino sólo regalar
libre y recíprocamente La
existencia de familias que viven con este espíritu pone al descubierto las
carencias y contradicciones de una sociedad que tiende a privilegiar relaciones
basadas principalmente, cuando no exclusivamente, en criterios de eficiencia y
funcionalidad. La familia que vive construyendo cada día una red de relaciones
interpersonales, internas y externas, se convierte en la primera e
insustituible escuela de socialidad, ejemplo y estímulo para las relaciones
comunitarias más amplias en un clima de respeto, justicia, diálogo y amor.
222-) El amor se
expresa también mediante la atención esmerada de los ancianos que viven en la
familia: su presencia supone un gran valor. Son un ejemplo de
vinculación entre generaciones, un recurso para el bienestar de la familia y de
toda la sociedad, pueden dar testimonio de que hay aspectos de la vida, como
los valores humanos y culturales, morales y sociales, que no se miden en
términos económicos o funcionales, sino ofrecer también una aportación eficaz
en el ámbito laboral y en el de la responsabilidad. Si los ancianos se hallan en una situación de
sufrimiento y dependencia, no sólo necesitan cuidados médicos y asistencia
adecuada, sino, sobre todo, ser tratados con amor.
223-) El ser humano ha sido creado
para amar y no puede vivir sin amor. El amor, cuando se manifiesta en el
don total de dos personas en su complementariedad, no puede limitarse a
emociones o sentimientos, y mucho menos a la mera expresión sexual. la sociedad
que tiende a relativizar y a banalizar cada vez más la experiencia del amor y
de la sexualidad, exalta los aspectos efímeros de la vida y oscurece los
valores fundamentales. Se hace más urgente que nunca anunciar y testimoniar que
la verdad del amor y de la sexualidad
conyugal se encuentra allí donde se realiza la entrega plena y total de las
personas con las características de la unidad y de la fidelidad.
224-) Corresponde a cada uno, hombre y mujer,
reconocer y aceptar su identidad sexual. La diferencia y la complementariedad físicas,
morales y espirituales, están orientadas a los bienes del matrimonio y al
desarrollo de la vida familiar. La armonía de la pareja humana y de la sociedad
depende en parte de la manera en que son vividas entre los sexos la
complementariedad, la necesidad y el apoyo mutuos
225-) La naturaleza del amor conyugal exige la estabilidad de la relación
matrimonial y su indisolubilidad. La falta de estos
requisitos perjudica la relación de amor exclusiva y total, propia del vínculo
matrimonial, trayendo consigo graves sufrimientos para los hijos e incluso
efectos negativos para el tejido social.
La estabilidad y la indisolubilidad de la unión matrimonial no deben quedar
confiadas exclusivamente a la intención y al compromiso de los individuos: la
responsabilidad en el cuidado y la promoción de la familia, como institución
natural y fundamental, precisamente en consideración de sus aspectos vitales e
irrenunciables, compete principalmente a toda la sociedad.
226-) La Iglesia
no abandona a su suerte aquellos que, tras un divorcio, han vuelto a contraer
matrimonio. La Iglesia ora por ellos, los anima en las dificultades de orden
espiritual que se les presentan y los sostiene en la fe y en la esperanza. La
reconciliación en el sacramento de la penitencia, que abriría el camino al sacramento
eucarístico puede concederse sólo a
aquéllos que, arrepentidos, están sinceramente dispuestos a una forma de vida
que ya no esté en contradicción con la indisolubilidad del matrimonio.
227-) El
matrimonio no es un simple pacto de convivencia, sino una relación con una
dimensión social única respecto a las demás, ya que la familia, con el cuidado
y la educación de los hijos, se configura como el instrumento principal e
insustituible para el crecimiento integral de toda persona y para su positiva
inserción en la vida social.
228-) Un problema particular,
vinculado a las uniones de hecho, es el que se refiere a la petición de
reconocimiento jurídico de las uniones homosexuales, objeto, cada vez más, de debate
público. Sólo una antropología que responda a la plena verdad del hombre puede
dar una respuesta adecuada al problema.
La
persona homosexual debe ser plenamente respetada en su dignidad, y animada a seguir el plan de Dios
con un esfuerzo especial en el ejercicio de la castidad.
229-) La solidez del núcleo
familiar es un recurso determinante para la calidad de la convivencia social.
Por ello la comunidad civil no puede permanecer indiferente ante las tendencias
disgregadoras que minan en la base sus propios fundamentos.
230-) El amor conyugal está por su naturaleza abierto a la acogida de la vida. En la tarea procreadora se revela de forma eminente la
dignidad del ser humano, llamado a hacerse intérprete de la bondad y de la
fecundidad que proviene de Dios. La procreación expresa la subjetividad
social de la familia e inicia un dinamismo de amor y de solidaridad entre las
generaciones que constituye la base de la sociedad.
231-) La familia
fundada en el matrimonio es verdaderamente el santuario de la vida. La función
de la familia es determinante e insustituible en la promoción y construcción de
la cultura de la vida. Las familias cristianas tienen, en virtud del
sacramento recibido, la peculiar misión de ser testigos y anunciadoras del
Evangelio de la vida.
232-) La familia
contribuye de modo eminente al bien social por medio de la paternidad y la
maternidad responsables, La carga que conlleva esta responsabilidad,
no se puede invocar para justificar posturas egoístas, Las motivaciones que
deben guiar a los esposos en el ejercicio responsable de la paternidad y de la
maternidad, derivan del pleno reconocimiento de los propios deberes hacia Dios,
hacia sí mismos, hacia la familia y hacia la sociedad.
233-) los medios
para la procreación responsable, se han de rechazar como moralmente
ilícitos tanto la esterilización como el aborto.521 Este último, en particular, es un
delito abominable y constituye siempre un desorden moral particularmente grave;
Se ha de rechazar también el recurso a los medios contraceptivos en sus
diversas forma.
234-) El juicio acerca del intervalo entre los
nacimientos y el número de los hijos corresponde solamente a los esposos. Este es
uno de sus derechos inalienables, que ejercen ante Dios, considerando los
deberes para consigo mismos, con los hijos ya nacidos, la familia y la
sociedad.
Son
moralmente condenables, como atentados a la dignidad de la persona y de la
familia, los programas de ayuda económica destinados a financiar campañas de
esterilización y anticoncepción o subordinados a la aceptación de dichas
campañas.
235-) El deseo
de maternidad y paternidad no justifica ningún
derecho al hijo. Estas prácticas dañan el derecho del hijo a
nacer de un padre y de una madre que lo sean tanto desde el punto de vista
biológico como jurídico. Evitar el recurso a las diversas formas de la llamada procreación asistida, la cual
sustituye el acto conyugal, significa respetar la dignidad integral de la
persona humana.
236-) La clonación ha adquirido, tanto en el
pensamiento como en la praxis experimental, diversos significados que suponen,
a su vez, procedimientos diversos desde el punto de vista de las modalidades
técnicas de realización, así como finalidades diferentes. Desde el punto de vista ético, la
simple replicación de células normales o de porciones del
ADN no presenta problemas particulares. Muy diferente es el juicio del
Magisterio acerca de la clonación propiamente dicha.
237-) La paternidad y la maternidad representan un cometido de naturaleza no
simplemente física, sino espiritual; en efecto, por ellas pasa la
genealogía de la persona, que tiene su inicio eterno en Dios y que debe
conducir a Él, la familia tiene derecho a la asistencia de la sociedad en lo
referente a sus deberes en la procreación y educación de los hijos. Las parejas
casadas con familia numerosa, tienen derecho a una ayuda adecuada y no deben
ser discriminadas.
238-) Con la obra educativa, la familia forma al hombre en la plenitud de su
dignidad, según todas sus dimensiones, comprendida la social. Cumpliendo con su misión educativa,
la familia contribuye al bien común y constituye la primera escuela de virtudes
sociales, de la que todas las sociedades tienen necesidad.
239-) La familia
tiene una función original e insustituible en la educación de los hijos. El amor de los padres, que se pone al
servicio de los hijos para ayudarles a extraer de ellos, El amor de los padres se transforma de fuente en alma, El derecho y el deber de los padres a
la educación de la prole se debe considerar « como esencial.
240-) Los padres
son los primeros, pero no los únicos, educadores de sus hijos. Los
padres tienen el derecho a elegir los instrumentos formativos conformes a sus
propias convicciones y a buscar los medios que puedan ayudarles mejor en su
misión educativa, incluso en el ámbito espiritual y religioso.
241-) Los padres
tienen el derecho de fundar y sostener instituciones educativas. Cuando el Estado reivindica el monopolio
escolar, va más allá de sus derechos y conculca la justicia.
242-) La familia
tiene la responsabilidad de ofrecer una educación integral.se educa
a los hijos al diálogo, al encuentro, a la sociabilidad, a la legalidad, a la
solidaridad y a la paz, mediante el cultivo de las virtudes fundamentales de la
justicia y de la caridad. En la educación de los hijos, las funciones
materna y paterna son igualmente necesarias.
243-) Los padres
tienen una particular responsabilidad en la esfera de la educación sexual. Es de
fundamental importancia, para un crecimiento armónico, que los hijos aprendan
de modo ordenado y progresivo el significado de la sexualidad, esta educación
debe llevar a los hijos a conocer y estimar las normas morales, Los padres
tienen la obligación de verificar las modalidades en que se imparte la
educación sexual en las instituciones.
244-) La doctrina social de la Iglesia indica constantemente la exigencia de
respetar la dignidad de los niños, Los derechos de los
niños deben ser protegidos por los ordenamientos jurídicos.
El
primer derecho del niño es a nacer en una familia verdadera.
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